Para reflexionar



   Quisiera comentarles como fue mi primer acercamiento a la obra de Carl Sagan.

   Desde siempre algo que me llamó la atención fue la astronomía, incluso antes de que me interese por los números me impresionaba el hecho de que el mirar el cielo, en una noche estrellada, pudiera representar un viaje a través del tiempo y que un simple cambio de ángulo en la dirección de la mirada, me transporte a un tiempo diferente sin saber siquiera si lo que estoy viendo sigue allí, se movió o simplemente ya no está más.
Por aquel entonces Carl Sagan era un astrónomo popularmente conocido. Recuerdo que su obra más comentada se titulaba Cosmos la cual lleva el mismo nombre que una serie de televisión que el mismo había producido. Mi pretensión era proveerme de un ejemplar pero el alto costo del mismo no me lo permitía.
Un día estaba comprando en un supermercado y veo en una góndola de textos en liquidación un libro titulado miles de millones, el simple enunciado me llamó la atención, cuando lo tomo puedo apreciar que su autor era Carl Sagan estos dos hechos sumado a que el costo era insignificante me convencieron de llevarlo.
Es hasta hoy en día que tengo este libro entre los más apreciados de mi biblioteca. Pero lo anecdótico es que no se trata de un libro de astronomía sino más bien un compilado de diversos artículos referidos a las cantidades (cuantificación), al cuidado del medio ambiente, la ética, la naturaleza del ser humano, y demás. Este fue precisamente el último libro que escribió Sagan y se editó en forma póstuma. Entre sus últimos capítulos y de manera conmovedora relata como se enteró de su enfermedad y que postura tomo frente a la misma. A continuación quisiera compartir algunas frases presentes en el libro que me resultaron interesantes.

   No puede existir un lenguaje más universal y simple, más carente de errores y oscuridades, y por lo tanto más apto para expresar las relaciones invariantes de las cosas naturales... Las matemáticas parecen constituir una facultad de la mente humana destinada a compensar la brevedad de la vida y la imperfección de los sentidos.
Joseph Fourier.

   La humanidad gusta de pensar en términos de extremos opuestos. Esta acostumbrada a formular sus creencias bajo la forma de "o esto o lo otro", entre los que no reconoce posibilidades intermedias. Cuando se la fuerza a reconocer que no cabe optar por los extremos, todavía sigue inclinada a mantener que son válidos en teoría, pero que en las cuestiones prácticas las circunstancias nos obligan a un compromiso.
John Dewey.

   Todo lo moralmente justo deriva de una de estas cuatro fuentes: la percepción plena o la deducción inteligente de lo que es cierto, la preservación de una sociedad organizada donde cada hombre reciba lo que merece y todas las obligaciones sean fielmente cumplidas, la grandeza y la fuerza de un espíritu noble e invencible, o el orden y la moderación en todo lo dicho y hecho, es decir, la templanza y el dominio de uno mismo.
Cicerón.

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